Cómo conducir con lluvia
De la lluvia no se escapa nadie, y menos en invierno. El problema viene cuando son lluvias puntuales, y no estamos acostumbrados a conducir con esas condiciones. Por eso, es mejor estar prevenido.
El mayor número de accidentes que se producen durante el invierno son en días de lluvia. Tanto es así, que entre 2013 y 2016 entre noviembre y febrero, 144 personas perdieron la vida días con llovizna y 775 resultaron heridas con hospitalización. En días de lluvias fuertes, en cambio, perdieron la vida 41 personas y 217 resultaron heridas con necesidad de hospitalización.
Estos datos llevan a reflexionar acerca de cómo puede modificar las condiciones de la vía la lluvia, aunque ésta sea débil. Y es que las cifras están muy por encima de las registradas con nieve, niebla, granizo o viento.
El efecto de la lluvia en la conducción
Para empezar con lo más obvio: la lluvia dificulta la visión, algo vital para una conducción segura. Por eso conviene adaptar siempre la velocidad a visibilidad.
La lluvia, sobre todo cuando se inicia, reduce además la adherencia de los neumáticos por el polvo, grasa, etc. que se acumula día a día en la carretera. Esto genera un ’barro’ peligroso y muy deslizante sobre el asfalto. Incluso, puede llegar a producir el temido acuaplanin, en el que el coche ‘flota’ sobre el asfalto sin adherencia.
Pero la lluvia persistente, aunque ‘limpia’ el asfalto, también puede complicar la conducción, por las dificultades de visión, agarre, etc.
Cuidado especial en las zonas donde puede llover con fuerza: se pueden producir inundaciones o ‘ríos’ de agua. Aunque conozca el terreno, encierran mucho peligro.
Los principales peligros
Lo primero a tener en cuenta es que la luminosidad en días de lluvia es mucho más reducida. Y, por lo tanto, dificulta nuestra visión y la del resto de conductores.
El barro y la grasa que suele haber en la carretera llega al parabrisas y dificulta una correcta visión pues hasta la limpieza con los ‘limpias’ no siempre es la más correcta. Sobre todo si estos no están en perfecto estado.
Otro problema añadido es el empañamiento de los cristales, que a veces pueden ponernos en serias dificultades.
Recomendaciones
Lo primero para no llevarnos un susto es estar seguros de que luces traseras, faros y cristales están en perfecto estado.
A pesar de que algunos vehículos ya incorporan un sistema para encender las luces de día automáticamente, no todos lo hacen. Por eso, no debemos olvidar su importancia tanto para ver como para ser vistos.
Por supuesto, el buen estado de las escobillas es fundamental. De no estarlo, podrían no barrer adecuadamente el agua del parabrisas, ni tampoco otros residuos.
Es una buena costumbre aumentar la distancia de seguridad para minimizar las salpicaduras procedentes de otros coches.
Además, en días de lluvia es común que se empañen los cristales. En esas situaciones, debemos poner a tope el climatizador o el aire acondicionado. También se puede recurrir a líquidos que lo evitan.
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