El eterno interrogante de si el incremento de multas responde a la seguridad de los conductores en las carreteras o más bien a una intensa labor recaudatoria, es siempre objeto de debate.
En un tiempo difícil pocos son los que se creen que la Dirección General de Tráfico (DGT) actúa en el tema de las multas de tráfico movida por la seguridad que a toda consta quiere para los conductores en las carreteras. Los continuos episodios, algunos del todo llamativos, de sanciones injustas o fraudulentas no sólo han supuesto un sinfín de quejas, sino que han abierto más la brecha entre los que creen o quieren creer que no hay fines lucrativos y los que no, en la imposición de multas.
Una de sus últimas medidas para paliar la velocidad o las maniobras peligrosas y temerarias que Tráfico ha puesto en juego sin reparar en gastos, ha sido el nuevo radar volador denominado Pegasus. Este helicóptero tiene por misión controlar que los conductores no se emocionen con el acelerador, sin embargo puede que haya sido un auténtico lujo, dado su elevado coste, que no se está amortizando demasiado. Su primera incursión en el mundo de las multas, fue en Semana Santa y a partir de esta fecha comienzan las dudas acerca de sus salidas para vigilar el orden en las carreteras.
Esto supondría un buen sistema para inquietar a los conductores, meter el miedo y que ahora miren obsesionados el cielo creyendo que cualquier helicóptero que pasa es el Pegasus reencarnado.
Cifras Optimistas
Además de esto, también es interesante destacar las cifras puntuales y optimistas que la DGT nos ofrece, referentes al descenso de multas de tráfico de estos últimos meses basándolo en su trabajo intenso de las campañas y la concienciación de los conductores en ello. No quitamos su parte efectiva, pero la reducción del número de sanciones también tendría su explicación es que los hábitos del consumidor con respecto al uso del vehículo han cambiado con la crisis. La caída del tráfico es algo manifiesto que llega a ser más notable si cabe en las ciudades, como por ejemplo en Barcelona donde el uso del vehículo particular ha descendido en un 67%.
Por tanto, la operación es clara, a menos tráfico, menos multas aunque evidentemente para esto también hay una solución por parte de la DGT: multar a los vehículos que no pasan la ITV aunque no circulen. El debate está servido.
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