Si ante el exceso de celo que se pone en multar en Madrid por pasarse unos minutos de la hora o no contar con tiquet en zona azul, los conductores se han buscado unos improvisados aliados recurriendo a la picaresca y por supuesto a un exceso de confianza que puede rayar la locura.

Para librar este elaborado plan y por surrealista que parezca los conductores recurren a la ayuda de los gorrillas. Estos recibiendo una propina se encargan de dejar un tiquet, del menor valor posible, tan pronto como se enteren o sean avisados de la llegada de un controlador, mientras se encargan a su vez y por chocante que parezca, también de velar por el vehículo cuando el ocupante está fuera. Una práctica que nos deja un poco descolocados ante las medidas que se están llegando a tomar con el fin de ahorrarse en multas.

Ante esta técnica y por supuesto fraude es difícil de luchar, dado que el tiquet aunque sea del mínimo importe es válido y si está colocado por el gorrilla o por el mismo conductor, es asunto que no incumbe a los controladores de la ORA que deben de dar por válida la acción sin plantearse otra opción.

Confiar en la buena fe de los gorrillas

Sin embargo está técnica para esquivar multas de la zona azul tiene sus consecuencias. El hecho de confiar a ciegas en la buena fe de los gorrillas o aparcacoches ilegales, hace que muchos conductores sean capaces de hasta dejarles las llaves para que operen con tranquilidad en el proceso de quitar y poner tiquets de los parquímetros. Un exceso de confianza o tal vez de desesperación tras acumular demasiadas multas por aparcamientos en la zona azul.

De esta forma también encuentran justificante en la propina que se les da a los gorrillas, dado que desempeñan una función mucho más clara que cuando te exigen hasta casi una cantidad de dinero por «ayudarte» a aparcar. Una práctica que por extraña que parezca viene sucediendo en la zona de Guzmán el Bueno en Madrid desde hace años y va acusándose más con la crisis económica.

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