Sentarse frente a un volante imaginando todo lo que puede pasar y normalmente siempre se para uno en cosas negativas, es un miedo muy frecuente entre los conductores. Esto es una fobia en los casos más extremos que tiene nombre y una serie de rasgos comunes, fáciles de identificar y también poco a poco de tratar para lograr superarlo.

Cerrar la puerta de un vehículo y resultar casi sinónimo de temblores, sudor de manos e incluso náuseas de pensar tan sólo en sentarse al volante, recibe el nombre de amaxofobia o miedo a conducir. Un temor más frecuente de lo que se piensa  y que afecta según las cifras más a mujeres que hombres y que pasa bastante desapercibido en la sociedad. Una inquietud permanente que se tiene desde antes de coger el coche y que se mantiene un buen rato después de haberlo aparcado.

Esta fobia tiene su principal rasgo en la falta de seguridad, en la vulnerabilidad de la persona ante los numerosos agentes que pueden complicarnos cualquier acción y la falta de previsión o de experiencia que nos puede no saber llevar algunas situaciones. El miedo a conducir puede ser genérico, desde el simple hecho de pensar en llevar un coche aunque sea a la vuelta de la esquina, o simplemente ante determinadas ocasiones tales como conducir por la noche o con condiciones metereológicas adversas, pasar túneles, adelantar o recorrer curvas.

Cuando el miedo es más poderoso que la razón y éste no nos deja utilizar con normalidad el coche o vehículo necesario, es cuando tendremos que plantearnos que la amaxofobia está yendo demasiado lejos y tendremos que intentar una serie de métodos para superarlo.  A veces el miedo procede de una situación traumática vivida en un coche y otras es simplemente un terror sin explicación posible, posiblemente a tener demasiada responsabilidad de la vida propia y de los demás cada vez que se arranca un motor.

En ambos casos, se tendrá que recurrir a un especialista que mediante sesiones primero de análisis de comportamiento y posteriormente acompañando en la tarea de conducir, se intentará exponer al conductor a situaciones de tráfico para ir aplacando esos nervios y temores. Una vez que el paciente pueda controlar su ansiedad, pasará a llevar solo su vehículo aunque cuente todavía con la compañía del psicólogo y posteriormente se lanzará en solitario. Esto puede llevar hasta 30 sesiones suponiendo un coste de entre 1.800 y 2.100 euros.

Si creemos que este miedo no requiere de tratamiento llevado por especialista, la clave radica en insuflarnos autoestima, recordando éxitos pasados y repitiéndonoslos incensantemente cada vez que nos sentamos ante el volante. También hace muy buen efecto aplicar técnicas de relajación y respiración, teniendo el vehículo con música que intente despejarnos un poco los pensamientos negativos y evitar cafés o alimentos que puedan llegar a ponernos más nerviosos. La clave es reconocer el problema que es más común de lo que se piensa entre la sociedad.ç

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