De la acción más inocente los agentes pueden ver con total claridad una infracción. Las multas de tráfico son tan frecuentes como variadas y más si se pone la lupa de aumento con el fin de la recaudación. El último comportamiento sancionado y también cuestionable nos llega de un conductor que ha visto la multa de tráfico por comer chicle al volante.
Si hiciésemos una lista de los motivos más variopintos que los agentes utilizan para multar, nos daríamos cuenta de que en busca de la sanción recurren frecuentemente a la imaginación. Por ello nos encontramos en su historial, desde cálculos imposibles de giros de cuello, vehículos en grúa que son sancionados o conductores que por un exceso de limpieza de su vehículo, resultan algunos de los ejemplos más inverosímiles que de algún modo han experimentado en propias carnes el rigor desmedido de la sanción.
El peso de la multa de tráfico llega ahora bajo otra circunstancia que se puede englobar a las citadas anteriormente. Es el caso de un conductor de León que como un total temerario descuidaba la visión de la carretera por coger un oportuno chicle para el viaje. El resultado, una multa de tráfico de 80 euros y un texto en donde se expone la gravedad de tal ‘arriesgada’ acción.
Las excusas para la recaudación
Una circunstancia bastante cómica que nos lleva de nuevo a la realidad recaudadora que se vive en la actualidad en nuestras carreteras, donde cualquier pretexto conduce a multas de tráfico independientemente de la relevancia del motivo.
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