Cuidar nuestro coche le alargará la vida

Respetar las normas no lo es todo. Cuidar nuestro coche hará que lo mantengamos en las mejores condiciones mucho más tiempo. Así podremos ahorrarnos visitas al taller, y circular más seguros.

Siguiendo estos 10 consejos, seguro que lo conseguimos:

1.  Al arrancar, pisar el embrague

Una medida para proteger la batería, ya que hay menos piezas de la transmisión que mover. Con el embrague pisado a fondo ‘corta’ la transmisión y tan solo giran el motor y el volante de inercia. En cambio, sin pisar el pedal de embrague, también se mueven los engranajes de la caja de cambios y el disco de embrague. De hecho, muchos coches modernos ya no permiten arrancar el motor sin el embrague pisado a fondo.

2. No hace falta acelerar al arrancar

Cuando arranque no es necesario que pise el pedal del acelerador. El sistema electrónico de inyección facilita la cantidad de carburante adecuada sin acelerar. Al accionar el acelerador, se envía un exceso de carburante que no se quema y se diluye en el aceite, restándole propiedades. Y peor aún: multiplica el desgaste de las piezas del motor del coche que aún están sin lubricar.

3. Nada de ir pisando el embrague

Mucha gente tiene la costumbre, aparentemente inofensiva, de circular con el pie apoyaso sobre el embrague. Es un error, y puede salir muy caro.

La leve presión del pie sobre el pedal provoca el desgaste prematuro del collarín de embrague (o cojinete de empuje) por rozamiento. El deterioro de esta pieza obliga a cambiar el kit de embrague completo (plato de presión, disco de embrague y collarín), una tarea costosa porque implica extraer la transmisión del coche. Así que, si no hay que cambiar de marcha, mejor dejar el pie alejado.

4. Las manos siempre en el volante.

La mano descansando sobre la palanca de cambio es uno de los ‘vicios’ más extendidos. Como en el caso anterior, es solo una pequeña presión pero puede provocar averías serias.

La palanca de cambio es el final de un sinfín de engranajes que trabajan solidarios para transmitir la fuerza del motor a las ruedas. Cualquier presión sobre ella desgasta esos engranajes. Con los años puede traducirse en holguras, marchas que se resisten a entrar o que se salen e incluso rotura.

Además, si mantenemos las manos al volante siempre que no estemos cambiando de marcha, aumentaremos la seguridad, y evitaremos multas.

5. No hace falta llegar a reserva para repostar

Apurar el depósito de carburante puede provocar que las impurezas en la parte baja del depósito lleguen al motor y causen daños en piezas caras de sustituir, como la bomba o los inyectores. En lo posible, es mejor repostar antes de llegar a la reserva. Si el depósito se vaciara del todo, es el momento de hacer una limpieza integral del circuito.

6. Cuidadito con los bordillos

No hay necesidad de golpear los neumáticos con bordillos, salientes o baches: el pellizco, frontal o lateral, deteriora las gomas.

Entre otros daños, un golpe fuerte puede modificar los reglajes de la suspensión, desequilibrar las ruedas, variar las cotas de dirección y provocar vibraciones en el volante. También puede afectar los rodamientos.

Si hay que subir un desnivel o afrontar un firme bacheado, siempre lo más despacio posible.

7. Frenar progresivamente

Siempre que sea posible, es mejor reducir a marchas cortas, dejando que frene el motor. Además, conviene acostumbrarse a pisar el pedal de freno progresivamente.

Una conducción tranquila y equilibrada, sin frenazos, evita la sobrecarga del sistema. En cambio, abusar del freno acelera el desgaste, sobre todo de pastillas y discos.

8. No hay necesidad de girar completamente el volante

Girar el volante hasta el tope afecta al estado de la dirección y la suspensión (rótulas, silentblocks…). Cada volante puede girar unas 2,5 vueltas a cada lado: cuando se acerque al tope final, es mejor dejar un pequeño margen para no forzar la dirección. El coche lo agradecerá.

9. Conducción tranquila

El estilo de conducción determinará el desgaste del vehículo. Una conducción con grandes aceleraciones, frenadas y giros bruscos de volante castiga todos los sistemas: frenos, caja de cambios, embrague, neumáticos, motor (pistones, cilindros, cigüeñal) y, en general, fuerza todas las partes móviles. Y, por supuesto, aumenta el consumo: una conducción brusca puede aumentar el consumo entre 2 y 4 litros cada 100 kilómetros.

10. En las detenciones, punto muerto.

Mantener el embrague a fondo en las paradas es una mala práctica que no aporta nada y, en cambio, sí puede perjudicar a la mecánica del coche, pues desgasta prematuramente el collarín del embrague. En las detenciones, en un semáforo en rojo por ejemplo, hay que llevar siempre la palanca de cambio a la posición de punto muerto y retirar el pie del pedal de embrague.

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