A pesar de que muchos conductores prefieran conducir de noche porque se sienten más relajados con carreteras más vacías, lo cierto es que también hay peligros únicos de conducir por la noche. El principal es el deslumbramiento.

Se trata de una ‘ceguera’ temporal, que dura muy poquito tiempo pero que puede conllevar un gran riesgo. De hecho, la mayoría de accidentes que se producen por la noche se deben a deslumbramientos.

Es complicado evitarlos. Los deslumbramientos se producen cuando un conductor no lleva las luces reguladas de forma adecuada. Es por ello que deslumbra al que le viene de frente. La mejor solución para evitarlos sería lógicamente que todos lleváramos las luces en nuestro coche perfectamente reguladas, pero eso no podemos saberlo; siempre hay alguien que las lleva a su antojo. Un primer paso que sí está en nuestra mano sería controlar las de nuestro vehículo y procurar que estén en la posición adecuada.

Ojo Preventivo

La duda y lo más difícil viene cuando somos nosotros los que estamos sometidos a un deslumbramiento y sufrimos la llamada ceguera temporal. ¿Qué hacer? En principio, habremos de tener un ojo preventivo; es decir, controlar los vehículos que nos vengan de frente y calcular cuál de ellos podría deslumbrarnos. Cuando se acerque, mejor que reduzcamos la velocidad y desviemos la mirada hacia el borde derecho de la calzada.

En caso de que no hayamos podido evitarlo, lo que debemos hacer es reducir la velocidad al máximo. Incluso si tenemos que parar, deberíamos hacerlo, pero siempre en nuestro carril, evitando el arcén por si hay algún obstáculo que no hayamos previsto o algún peatón pasando por él.

La seguridad, ya se sabe, lo primero.
 

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