Si el vernos envueltos en una infracción que implica sanción ya es motivo para sacarnos los colores y que se nos quede cara de póquer, más resulta la impresión y enfado cuando el agente en cuestión, encargado de su notificación, se dedica a burlarse del conductor.
Con una sanción de un mes y quince días de suspensión de empleo y sueldo se ha castigado a un guardia civil que rizaba el rizo y extralimitaba todos los límites al burlarse de los conductores que multaba. Un comportamiento repetitivo que ofendió a las personas sancionadas y que ha puesto de relieve una «evidente desconsideración hacia los ciudadanos» tanto por las expresiones verbales utilizadas en los episodios vividos, así como por la actitud mantenida hacia ellos.
Los hechos que relata la sentencia apuntan a ejemplos concretos tales como expresiones vulgares y fuera de tono alegando que «estaba haciendo su trabajo», arrojar un boletín de denuncia por la ventanilla del coche al regazo de un conductor que se había saltado un ceda el paso y hasta tener que taparse la boca ante el infractor, para disimular sus ataques de risa ante este tipo de situaciones.
El placer y divertimento de multar
También valiéndose de su cargo realizó pruebas de alcoholemia por el mero hecho de reirse a costa de los conductores, como el ejemplo de un conductor asmático que medía dos metros de estatura. Unas acciones que le han valido un castigo como ha matizado el Supremo, por una total falta de sensibilidad y profesionalidad en el ejercicio de sus actividades.
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