Por si no estuvieran suficientemente servidos los conductores gallegos, en un futuro no del todo lejano, contarán con más radares en sus carreteras que según el nuevo plan de ordenación que está elaborando Tráfico, pretende aportar más seguridad en ciertos tramos de riesgo.

Es por ello que a partir de ahora van a cambiar muchas cosas en las carreteras gallegas debido a que la aparición de los nuevos radares que se contemplan en la A-8 (provincia de Lugo), en la A-55 (Pontevedra), en la A-52 (Orense) y en la N-VI (Lugo), también traerá consigo el traslado de ciertos radares fijos ya existentes, para dirigirlos a tramos que se supone que implican más riesgo y necesitarían más controles de velocidad.

Consideran desde la Dirección General de Tráfico que el cambio es necesario porque en muchas ocasiones los radares fijos que ya estaban operativos han logrado su función de «calmar el tráfico» y es por ello que se decide su traslado para que actúen de la misma manera en otros puntos también conflictivos. Sin embargo los ciudadanos no tienen tan claro que esta maniobra sea positiva para ellos, al creer que los cambios son una buena estrategia para despistar a los conductores que ya creen que «cuentan con radares hasta en la mismísima puerta de su casa» y que esto se hace una vez más para incrementar el volumen  de multas de tráfico.

 

 

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