El invierno registra altas tasas de siniestralidad

Invierno: tiempo de accidentes

Si analizamos las estadísticas, comprobamos que el invierno, pese a soportar índices de movilidad mucho más bajos que otras estaciones del año, se cobra un importante número de vidas en la carretera y una alta siniestralidad.

Y es que conducir con mala climatología añade peligrosidad a la conducción. Y si de algo sabe el invierno, es de climatología adversa.

Así, durante el invierno son más difíciles las maniobras, se dan con mayor frecuencia situaciones delicadas, y a menudo se requiere mayor precaución en la carretera.

El invierno y la lluvia

El fenómeno climatológico que peores consecuencias puede tener en la conducción es la lluvia. En el pasado año, se produjeron hasta 11.655 accidentes cuando llovía, no necesariamente en invierno. Y esos accidentes supusieron, en total, 187 víctimas mortales, 1.041 heridos hospitalizados y hasta 15.318 heridos sin hospitalización.

Al contrario de lo que cabría esperar, no es con lluvias fuertes cuando más accidentes se producen. Muy al contrario, es con llovizna. Se debería, en principio, a que es entonces cuando el suelo es más resbaladizo y, probablemente, porque los conductores se confían.

Hubo 9.835 accidentes con poca lluvia frente a 1.820, por ejemplo; o 150 muertos en accidentres cuando lloviznaba frente a los 37 cuando la lluvia era fuerte.

Conducir con niebla

La segunda causa de mayor siniestralidad con mal tiempo es la niebla. Así, estuvo detrás de 38 muertos en los últimos tres años, sobre todo cuando es intensa, con 28 fallecidos frente a los 10 que se han producido con niebla ligera.

La tercera causa de siniestralidad también es típica del invierno. Y es que se trata del viento, que provocó el año pasado 30 víctimas en las carreteras. Le siguen el granizo y la nieve, esta última con 308 accidentes provocados y 8 víctimas mortales.

Por qué es más peligroso el invierno

En conclusión, el invierno es una bomba en la carretera. El suelo mojado, resbaladizo, las fuertes rachas de aire y la resistencia de muchos conductores a tomar precauciones extra son mala combinación.

Cuando la climatología no acompaña, como la mayoría de los días de invierno, hay que ser más cauto que nunca. Y adaptarse al terreno, a las circunstancias. Conducir de forma diferente. Estas son las claves:

•     Adaptar la velocidad al estado del suelo, la visibilidad, siempre menor a la habitual.

•     Aumentar la distancia de seguridad para tener mayor capacidad de reacción.

•     Llevar los neumáticos en perfecto estado: de lo contrario, los derrapes o distancia de frenado aumentarán.

•     Evitar frenadas bruscas. Con suelo mojado, húmedo, nieve, hielo… ¡la distancia de frenado aumenta de forma importante!

•     Llevar siempre las luces encendidas. Conviene revisarlas para este período crítico.

•     Hacer las maniobras sin brusquedad.

•     Cuidar el buen funcionamiento del sistema de aireación interior para desempañar eficazmente los cristales.

•     Naturalmente, llevar cadenas…¡Nunca se sabe!

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