Desde luego que vivimos en una era en la que el teléfono móvil se ha convertido en un elemento indispensable. Ya no es extraño que la gente vaya por la calle hipnotizada mirando sus pantallas móviles o que en el mismo metro se deje a un lado la lectura de los libros para estar pendiente de las redes sociales. Sin embargo hay determinados espacios donde un mínimo despiste por estos aparatos nos puede resultar muy caro.
Entre las distracciones al volante, ocupa un lugar preferente el uso del teléfono móvil -sin dispositivo de manos libres-, convertido en una de las primeras causas de mortalidad en las carreteras españolas, provocando en 2011 la muerte de 649 personas en accidentes de tráfico. Y estos datos aunque son preocupantes de por sí, más lo es, el número de sanciones que se reciben a diario por esta razón. La evolución de las multas de tráfico por telefonía móvil en las comunidades autónomas ha llegado a multiplicarse un 2.000 por ciento en los últimos seis años, sobretodo en Madrid y en Andalucía. Una buena muestra de que estamos a todas luces ante un grave problema.
Si este hecho de por sí trae de cabeza a las autoridades, la situación se empeora aún más según lo revelado en una reciente encuesta a 1.400 conductores, de los que un 16% admiten haberse atrevido a mandar mensajes o correos electrónicos mientras iban conduciendo. Un riesgo que llega a compararse a conducir habiendo bebido alcohol y que convierte a los conductores que llevan a cabo estas prácticas, en auténticos kamikaces al volante.
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